
Tomografia eléctrica resistiva
La tomografía eléctrica resistiva tiene múltiples aplicaciones en diversos campos como la geología, arqueología, geotecnia e hidrogeología.
En el ámbito de la edificación y la obra civil, esta técnica se ha consolidado como una herramienta clave para la detección de elementos enterrados y la identificación de patologías del terreno. Por un lado, permite obtener una imagen detallada de las estructuras subterráneas y su disposición, lo cual es fundamental en proyectos de rehabilitación, ampliación, reformas o nuevas construcciones cercanas a estructuras existentes. Contar con un registro previo del subsuelo resulta esencial para una planificación segura y eficaz de los trabajos.
Por otro lado, la tomografía eléctrica resulta muy útil en el diagnóstico de problemas como humedades, asentamientos diferenciales, cavidades, filtraciones, fisuras, o incluso fugas contaminantes. Las pérdidas de agua en infraestructuras enterradas pueden alterar significativamente la composición del terreno, generando a su vez daños estructurales en edificaciones. Mediante este análisis del subsuelo es posible identificar con precisión la causa del problema y su localización exacta. Detectar estas afecciones a tiempo permite prevenir daños mayores en las estructuras existentes.
Aplicaciones
Detección de contactos litológicos de diferente naturaleza, determinando sus limites y morfología.
Caracterización de fallas determinando su zona de influencia, rumbo, buzamiento y extensión en profundidad.
Detección de cavidades, cuevas, hundimientos, karstificaciones, tanques y depósitos …
Cracterización de unidades acuíferas, niveles freáticos, aguas termales, intrusión o invasión marina, etc.
Exploración de filtraciones en presas y cañerias.
Investigación arqueológica.
Detección de lixiviados y plumas contaminantes.
Exploración minera, arcillas y minerales metálicos.
Monitorización de impermeabilidad de vertederos en el tiempo.
